Los Desafíos de la Italia Unificada y el Inicio de la Unificación Alemana
La Italia recién unificada no era precisamente un paraíso. Las tensiones internas eran enormes porque el norte industrializado chocaba constantemente con el sur agrícola y menos desarrollado. Además, ocupar Roma creó un conflicto masivo con el Papa, que no reconoció al Estado italiano hasta 1929.
Los problemas económicos eran tan graves que millones de italianos emigraron a América buscando mejores oportunidades. La unificación había creado un país, pero no había resuelto sus problemas fundamentales.
Mientras tanto, en el norte, Alemania también buscaba su unidad, pero de una manera totalmente diferente. El Reino de Prusia, liderado por el genial y despiadado Otto von Bismarck (conocido como el "Canciller de Hierro"), decidió unificar a los estados alemanes bajo su dominio, excluyendo completamente a Austria.
Bismarck tenía una filosofía muy clara: "sangre y hierro". Combinaba la diplomacia más astuta con la guerra más efectiva para lograr sus objetivos. Su aliado principal era Guillermo I, rey de Prusia y futuro emperador alemán.
💡 Contraste clave: Italia se unificó por pasión nacionalista popular; Alemania por intereses estatales prusianos calculados.