La Consumación de la Independencia y el Primer Imperio
¿Te imaginas ver entrar al Ejército Trigarante marchando victorioso por las calles de la Ciudad de México? Eso fue exactamente lo que pasó el 27 de septiembre de 1821, cuando México finalmente se liberó del control español.
Todo comenzó con una alianza inesperada entre Agustín de Iturbide (que antes había luchado contra los insurgentes) y Vicente Guerrero (un verdadero héroe de la independencia). Juntos firmaron el Plan de Iguala en febrero de 1821, que estableció tres garantías fundamentales: independencia total de España, unión entre todos los mexicanos sin importar su origen, y protección de la religión católica.
Lo más sorprendente es que Iturbide, quien había sido realista, se convirtió en Emperador de México el 21 de mayo de 1822. Tomó el nombre de Agustín I y creó el Primer Imperio Mexicano, intentando establecer una monarquía constitucional que trajera estabilidad al país recién independizado.
Pero su reinado duró muy poco. Los republicanos, liderados por figuras como Santa Anna y el mismo Guerrero, no querían un emperador sino una república. En 1823, después de enfrentar constantes conflictos y perder el apoyo de las élites criollas, Iturbide tuvo que abdicar y exiliarse.
Dato curioso: El imperio de Iturbide duró menos de un año, pero su caída permitió que México se convirtiera en una república federal en 1824 con su primera Constitución.