Conocimiento sensorial y razonamiento
Para Aristóteles, todo conocimiento comienza con los sentidos. Esta teoría, conocida como empirismo, sostiene que nuestras percepciones sensoriales son la base para formar ideas y conceptos sobre el mundo.
Imagina tu cerebro como un lienzo en blanco que se va llenando con experiencias sensoriales. Cuando tocas algo caliente, ves un amanecer o saboreas un alimento, estas experiencias proporcionan la materia prima para que tu mente construya conocimiento. Aristóteles rechazaba la idea platónica de que nacemos con conocimiento innato.
La evidencia empírica es fundamental en este enfoque. Para considerar algo como conocimiento válido, debe estar respaldado por observaciones concretas y evidencias tangibles. No basta con teorizar; debemos contrastar nuestras ideas con la realidad observable.
💡 Cuando los científicos realizan experimentos para comprobar sus teorías, están siguiendo el camino trazado por Aristóteles: buscar evidencia empírica que respalde o refute nuestras ideas.
Aristóteles también distinguió entre dos formas complementarias de razonamiento:
Inducción: Partimos de observaciones particulares para llegar a conclusiones generales. Por ejemplo, si observas que varios metales conducen electricidad, puedes inducir que todos los metales tienen esta propiedad.
Deducción: Partimos de principios generales para llegar a conclusiones particulares. Si sabes que todos los humanos son mortales y que Sócrates es humano, deduces que Sócrates es mortal.
Ambos métodos son esenciales: la inducción nos ayuda a descubrir principios generales a partir de la experiencia, mientras que la deducción nos permite aplicar esos principios a casos específicos.