El dilema político del México independiente
Imagínate México en 1821: acabamos de independizarnos y nadie tenía experiencia gobernando un país tan grande y diverso. La inestabilidad política era constante, las divisiones sociales eran enormes y necesitábamos crear un sistema que funcionara para todos.
Los políticos mexicanos miraron hacia Estados Unidos y su federalismo como modelo a seguir. Sin embargo, surgieron dos bandos completamente opuestos sobre cómo organizar el país.
El centralismo quería concentrar todo el poder en la capital, limitando la autonomía de las regiones. Este modelo era defendido por conservadores, militares y el clero católico. Por otro lado, el federalismo proponía que cada estado tuviera su propio gobierno, leyes y cierta independencia, siendo impulsado por liberales y líderes regionales.
💡 Dato clave: Esta disputa entre centralismo y federalismo marcó prácticamente todo el siglo XIX mexicano, generando conflictos constantes.